San Pedro de Cardeña - Burgos -

 

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Actualizado

12/07/2013

 

 

Espiritualidad   Espiritualidad

El fin espiritual de la comunidad se manifiesta especialmente en la celebración litúrgica; en ella se robustece y aumenta el sentido íntimo de la vocación monástica y la comunión entre los hermanos. Se escucha diariamente la Palabra de Dios, se ofrece a Dios Padre el sacrificio de alabanza, se participa en el misterio de Cristo y se realiza la obra de santificación por el Espíritu Santo

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La Eucaristía es manantial y cumbre de toda vida cristiana y de la comunión de los hermanos en Cristo; por eso debe celebrarse diariamente por toda la comunidad.

De hecho, los hermanos se unen más íntimamente entre sí y con toda la Iglesia por la participación en el misterio pascual del Señor

Nada se anteponga al Opus Dei. Por ello la comunidad celebra la Liturgia de las Horas que cumple, en unión con la Iglesia, la función sacerdotal de Cristo, ofreciendo a Dios un sacrificio de alabanza e intercediendo por la salvación de todo el mundo.

La Liturgia de las Horas es escuela de oración continua y tarea privilegiada de la vida monástica. El Abad tiene la responsabilidad de promover entre los hermanos el celo por el Opus Dei.

Los hermanos, fomentando constantemente el recuerdo de Dios, prolongan el Opus Dei a lo largo del día. Vele, pues, el Abad para que cada uno disponga ampliamente de tiempo libre para dedicarse a la lectura y a la oración.

Procuren todos que los alrededores del monasterio favorezcan el silencio y la quietud

 

La lectio divina asidua fomenta sobremanera la fe de los hermanos en Dios. Esta excelente práctica de la vida monástica, en la que se escucha y rumia la Palabra de Dios, es fuente de oración y escuela de contemplación, en la que el monje dialoga con Dios de corazón a corazón.

Por lo tanto los hermanos dediquen cada día a esta lectura un tiempo conveniente  

Los monjes se aplican frecuentemente a la oración con ardiente deseo y espíritu de compunción. Estando en la tierra, viven con su espíritu en el cielo y desean la vida eterna con todo afán espiritual. Siempre deben tener presente en sus corazones a la Virgen María, Asunta al cielo, vida, dulzura y esperanza del que peregrina en la tierra.

Conforme a la tradición de la Orden, las horas que preceden a la salida del sol son las más apropiadas para consagrarlas a Dios mediante la celebración de las Vigilias, la oración y la meditación, en atenta espera de la venida del Señor 

(Textos de las Constituciones)

 

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